España podría situarse este año entre los diez mayores
fabricantes de automóviles
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Fuente: expansion.com
Las nuevas
adjudicaciones a las plantas españolas unido a la mala marcha de Rusia,
Tailandia y Canadá harían ascender a España hasta la novena posición del
ránking mundial de fabricantes.
El Plan 3
Millones anunciado en 2012 por Anfac, la patronal de los fabricantes de
automóviles en España, prevé alcanzar esa cifra de producción de vehículos en
las plantas del país para 2017.
De lograrse
el objetivo, España regresaría al Top Ten mundial de productores de vehículos
del que salió en 2012 para caer hasta la duodécima posición.
Aunque
vovler a estar entre los diez elegidos se podría adelantar a este mismo año y
alcanzar incluso el noveno puesto. Por virtudes propias, y por defectos ajenos.
De las
primeras responden las estadísticas. Como, por ejemplo, que de los últimos 12
meses, en todos menos el pasado enero hubo incrementos en la producción. Buena
parte de ellos, de dos dígitos, de tal forma que en el primer semestre se han
montado casi 1,3 millones de unidades. Esto supone un 12% más y estar por
encima de las previsiones para todo el año, que pronostican 2,4 millones.
Entre los defectos ajenos hay que considerar el mal
momento por el que transitan países que ahora están colocados por delante. Uno
de ellos, Tailandia, acaba de autodescartarse
para la carrera al anunciar que este año prevé fabricar 2,2 millones de
vehículos. Es decir, un 10,2% menos de los 2,46 millones de unidades que le
sirvieron en 2013 para pasar del décimo al noveno puesto, en detrimento de Canadá. Incluso este país se encuentra al alcance ya
que, hasta junio y según la consultora WardsAuto, sus factorías habían montado
1,18 millones de vehículos de todo tipo, con un retroceso del 1,8%.
Más fácil parece ser adelantar a Rusia (11ª en 2013). Primero, porque el pasado
ejercicio apenas nos separaron 12.000 unidades. Segundo, porque las ventas de
coches allí están todavía más débiles que en 2013 y podrían llegar a perder
hasta un 12%. El dato es crucial porque su caso es el contrario del español,
con unas fábricas muy dependientes de un mercado interno que absorbe tres de
cada cuatro coches que montan.
Si rebasa a estos tres países (México, octavo, es
intocable por la cantidad de producción nueva que está recibiendo) España
volvería al lugar de 2011. Antes, entre 2004 y 2006 había llegado a ser la séptima potencia
mundial. La salida en 2012 del Top Ten se produjo tras una caída en la
producción del 17%, hasta 1,97 millones de vehículos, el peor dato desde 1993.
La escalada sería poner el colofón a un ejercicio que,
en cualquier caso, resulta especialmente brillante. Porque las casas matrices siguen confiando proyectos a las factorías
españolas que, como las de Nissan, Opel, Ford, VW o Mercedes-Benz, han añadido
en 2014 nuevos modelos a sus cadenas de montaje.
Fruto de ello ha sido la
creación, sólo en el primer trimestre, de más de 6.000 empleos (el 84% de
ellos, indefinidos). Unos puestos de trabajo que recuperan parte de
los perdidos en la crisis a un ritmo, por cierto, muy inferior al de la
industria en general. Entre 2008 y 2013 esta última destruyó el 28% del empleo,
por sólo el 8% en las fábricas de coches.
Asimismo, su potencial exportador hace
de esta actividad uno de los pilares comerciales. Entre enero y junio, el
sector, incluyendo ahora a fabricantes de motos y la industria auxiliar,
registró una balanza comercial positiva de 2.193 millones, un 48,9% menos que
un año antes, pero todavía un dato muy a considerar cuando en el conjunto de la
economía el déficit se duplicó hasta 11.882 millones.
Y si se
considera estrictamente a los constructores agrupados en Anfac, la meta es
acabar el año con un superávit comercial de unos 16.000 millones, diez veces
mas del que había antes de la crisis.
También es de justicia reconocer que estos registros han sido posibles gracias al apoyo del Gobierno, que
ha implementado casi una decena de planes de ayuda para la dinamización del
mercado. Aunque no ponerlos en marcha habría sido un tremendo ejercicio de
miopía: sólo el último Pive 6, dotado con 175 millones de fondos públicos, se
estima que tendrá un efecto dinamizador en la economía de 2.000 millones.
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