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posible
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Fuente: expansion.com
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26.10.2014Jeanne Whalen. Wall Street Journal
Cada
domingo por la tarde, los miembros de un club de lectura de Wellington, Nueva
Zelanda, van a un café, piden una bebida, apagan sus teléfonos móviles, se
sientan en sillones confortables y leen en silencio durante una hora.
Habitualmente
asisten de 20 a 30 personas y la mayoría describen la experiencia como
tranquilizadora, relajante y que induce a la meditación.
El
objetivo del club no es hablar de literatura, sino olvidarse de todos los
aparatos electrónicos y leer de forma interrumpida. Se llama el Slow Reading
Club (el Club de Lectura Lenta) y forma parte de un movimiento de amantes de
los libros que echan de menos leer detenidamente a la antigua usanza, un hábito
placentero que se ha perdido a causa de internet, los smartphones y las redes
sociales.
Existen
clubs de lectura lenta en silencio en muchas ciudades estadounidenses, como
Seattle, Boston y Minneapolis, en los que los miembros leen sentados en
sillones confortables, bebiendo vino y escuchando música clásica.
Los lectores
lentos dicen que leer regularmente aporta numerosos beneficios: mejora la
capacidad de concentración, reduce el estrés e incrementa la capacidad de
pensar, escuchar y comprender. La lectura lenta forma parte de una corriente
que promueve el resurgimiento de otros hábitos antiguos que conllevan tiempo y
que sirven de contrapeso al ritmo acelerado de vida que llevamos, como la
«cocina lenta» o hacer ganchillo.
Estudios
han demostrado que leer desde la infancia hasta la edad madura tiene efectos
beneficiosos. Un estudio realizado en 300 personas mayores publicado en la
revista Neurology demostró que realizar regularmente actividades que exigen un
esfuerzo mental, como leer, redujo la pérdida de memoria de los participantes
en los últimos años. Otro estudio publicado en la revista Science mostró que
leer literatura de ficción ayuda a la gente a comprender las ideas y los
estados mentales de los demás, una capacidad esencial para establecer
relaciones sociales. Y una investigación publicada en la revista Developmental
Psychology en 1997 indicó que existe una estrecha relación entre leer en la
escuela primaria y sacar buenas notas en el bachiller.
Pero
los hábitos de lectura han disminuido en los últimos años. Según una encuesta
realizada este año por el Centro de Investigación Pew, el 76% de los
estadounidenses de 18 años de edad o más habían leído por lo menos un libro en
el último año, frente al 79% en 2011.
Las
pantallas de ordenadores y aparatos electrónicos han cambiado nuestros patrones
de lectura y han provocado que en vez de leer de la forma habitual de izquierda
a derecha busquemos las palabras y la información importantes y dejemos de leer
partes del texto.
En un
estudio de los movimientos de los ojos de 232 personas que leían páginas web
realizado en 2006 se observó que estas personas leían en forma de «F»:
empezaban por la primera línea del texto, leían unas cuantas más e iban bajando
en sentido vertical por la parte izquierda de la página y saltándose líneas
hasta llegar al final.
Los
científicos afirman que esto no ayuda a mejorar la capacidad de comprensión.
Según diversos estudios, esta capacidad es menor si se lee un texto que
contiene enlaces a otros textos que si se lee un texto de corrido sin
interrupciones. En un estudio realizado en 2007 en 100 personas se observó que
su capacidad de comprensión de una presentación multimedia con palabras,
sonidos e imágenes en movimiento era menor que si leían un texto solamente con
palabras.
Con la
lectura lenta se recobra el patrón de lectura lineal y continua en un ambiente
tranquilo sin distracciones. Sus partidarios recomiendan leer durante 30-45
minutos como mínimo en un sillón confortable con los teléfonos móviles y los
ordenadores apagados. Algunos sugieren dedicar un tiempo fijo a leer como si se
fuera al gimnasio y muchos recomiendan tomar notas para comprender mejor el
texto.
Los
defensores más acérrimos dicen que lo mejor es leer libros en papel, porque
están más visibles en la casa y recuerdan a las personas que tienen que leer.
Pero la mayoría de los lectores lentos señalan que los libros electrónicos y
las tabletas también sirven, especialmente si no están conectados a internet.
Lea el
artículo original publicado en The Wall Street Journal www.europe.wsj.co target="_blank">Try
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